lunes, 19 de octubre de 2009

Tres Historias similares... sueños y alcohol...

Hay tantas formas de decir adiós; unas solo se dan en un instante, otras toman un tanto mas, y hay otras que ameritan una noche como la de aquella, en la que tres amigos nos fuimos prestando nuestras historias, nuestras valentía, y cada quien a su manera un poco de su mundo; de una manera tan natural que aún ahora que voy escribiendo esto me sigue pareciendo increíble lo similares que hemos terminado siendo, siempre por una sola razón...
" Tan poco tiempo y tanto amor..." esa frase fue la que abanderó esa noche, Fue nuestro estandarte y nuestra razón, no hacia falta más, porque fue suficiente para empezar a pelear cada uno con sus tiempos, sus pasados, su incertidumbre y su corazón. Porque en el fondo de todo y sobretodo de esa noche me pareció que resumía muy sinceramente el pretexto del existir de esta, la esencia súbita, y honesta, tan natural y tan necesaria.

Hoy recuerdo tantas cosas, extrañas, y tan ordinarias a la vez, miles de sensaciones tan ciertas en ese momento, y que hoy siguen teniendo cierto ápice de realidad.
Solo un tanto. Solo lo necesario para que sea el sabor de mis días.
Han cambiado tantas cosas desde entonces, y hay tantas cosas que siguen idénticas, y que muy en el fondo no quiero cambiar.
Dijimos tantas cosas, sin testigos, y con un paliativo ridículo, perfecto para un corazón ridiculizado pero creo que ninguno de nosotros esperaba más, no era necesario, la amistad, y el dolor estaban en el lugar correcto, y por ahora no importaba como habían llegado allí, y no importa ahora.
Y entendí, en un instante de lucidez que no importa la razón de ese momento, si el dolor, si el olvido, solo importa las personas que están contigo en aquel momento, porque solo si desean estar contigo, entonces si conocen la profundidad de tu vaso de agua.
Hoy me doy cuenta de que todo aquello fue solo un pretexto, un extraño pretexto del destino que, si me lo preguntaran diría que solo quizo enseñarnos unas cuantas cosas, como que la amistad se construye de una parte de la vida de aquellos que no te olvidaran jamas, y que van sin miedo de parecer tontos, entre los amigos el ridículo no existe sino solo los momentos de plena libertad, que tanta falta nos hace, y que tanto buscamos, en tantos lugares y en tantas personas, y que muchas veces no llegamos a encontrar.
Hoy sé que mi destino me llevo por el camino correcto...

martes, 6 de octubre de 2009

A la niña de vestido rosado... De algodon de azucar

Hoy escribo este post, para cumplir una promesa, es cierto, pero más que nada porque a pesar de haber pasado tanto tiempo, recién esta tarde, y entre tantas cosas olvidadas, y nuevas, me he dado cuenta de que hay cosas que no se pueden dejar de decir, y que tal vez, no son valiosas sólo por decirlas, sino tan sólo porque no podemos olvidarnos de ellas.
La conocí hace tantos años, aunque eso en realidad no importe, porque , aunque suene contradictorio, tal vez no sean muchos, sino sólo el tiempo suficiente, el tiempo ideal para tantas cosas, tantas cosas que ella me dejó y quizás yo dejé también en ella.
Escribo esto, y lo digo a modo de sinceras excusas, con ánimo de decir aquello que siempre creí que le había hecho saber con mis actos, pero es que las palabras siempre terminan siendo aquello que toda persona espera, porque siempre son más personales, irrepetibles, y en el mejor de los casos entendibles según algunos.
Bueno como decía la conocí hace tanto tiempo, justo en aquel tiempo en donde recién todo empieza a tener sentido, y donde la inocencia no es aún un estorbo, y era cierto, y que bien lo sabía ella, recién hoy me doy cuenta, fue tan inocente que me cautivaba a veces demasiado, y en medio de todo me costaba creer que aquello era realmente cierto. Pero lo fue, lo sé, porque lo es aún ahora, fue inocente, para mi todavía lo es, y es por eso que me cuesta creer que haya pasado tanto tiempo, y que todo sea tan distinto, pero a la vez todo tan parecido, a nuestra historia original. Tiene unos ojos grandes, con ellos siempre supo decirme muchas cosas sin decirme nada, incluso aquellas que no quería escuchar, y unas manos pequeñas que siempre me parecieron delicadas, pero que tiempo después supe que tenían la fuerza necesaria para sostener a todas aquellas personas a quienes ella más quería (me gusta contarme entre aquellas, aunque eso sólo ella lo sabe). Sus labios siempre se supieron mover al ritmo adecuado de aquello que quería decirme, siempre para no herirme, siempre para tantas cosas que muchas veces no llegaba entender. Aprendí a leer su voz, su silencio, sus manías, sus cariños, y su amor. Sí. Porque supe como amó, y a quien y por qué. Sí, y me aprendí el sabor de su llanto una noche inesperada, donde la abracé con la mayor impotencia, y la mayor sinceridad del mundo, y entonces comprendí que no importa lo que se diga, el cariño no basta para sanar, ni las intenciones bastan para dejar todo atrás.
Comprendí, también, que no importa cuantos días pasen, si las cosas se quieren decir sinceramente si empre hay modo de hacerlo, el tiempo y el lugar…
No quiero terminar, pero tengo qué… es la una y media de una tarde en la cual sentí la necesidad de que ella esté aquí, en este lugar tan personal, tan infantil, y tan real. Especial…
...Como ella