jueves, 20 de mayo de 2010

Olvido Inesperado


Entonces la vi, de nuevo y de lejos, al otro lado de aquel infinito espacio, donde tantas veces nos acariciamos, fue entonces que la quedé mirando, preguntándome tantas cosas, mientras en mis oidos una cancion se colaba oportunamente, con la melodía necesaria, y con mensaje exacto para empezar a acostumbrarme a su ausencia. Entonces di la vuelta y por aquella ventanilla, como si fuera una pantalla, vi pasar las horas, los minutos, y la vida, sin dejar de preguntarme, si era cierto entonces lo que yo pensaba; que quizás sea yo el que no está preparado para aquellas mujeres que ha puesto la vida. Es un pensamiento fugáz, pero el dolor se ha dejado sentir, o al menos eso creo, es temprano, y dejo que el sueño me distraiga un poco de esos pensamientos, cierro los ojos un momento pero entonces su silencio se me hace incesante, metalico, y su imagen, en la oscuridad, en mi ocuridad, se acerca demasiado, y yo ya he empezado a olvidarla, solo que aún no me acostumbro a la idea.
Está ausente desde hace mucho, es cierto, pero esta mañana más que nunca sigo escuchando su respiracion, pero entonces me doy cuenta que la mia esta en calma, y sonrío, mientras voy pensando en lo bien que me he acostumbrado a olvidar; sin embargo una descepción llega desde alguna parte inesperada de mi mismo. Y ya no quiero abrir los ojos, una pesadez de vacio ha entrado de golpe, como aquel viento que me golpea el rostro, y como aquella mañana que me ha golpeado en la conciencia y la certidumbre de que al final ya nada de eso me duele realmente. Es extraño, no se siente tan bien como esperaba,. Volteo de cuando en cuando, y ella no se inmuta, y en silencio vuelvo a refugiarme allá afuera, en aquella vista fugaz de la ciudad, donde el frío promete paz. Hace tanto que me da la espalda que ya he olvidado sus ojos, y he olvidado tambien como imaginarlos, pero a la vez he recordado tantas cosas.
Pasan los minutos, y seguimos yendo, encaminados hacia ningún lugar en especial; forzados, seguimos juntos; de pronto ella baja, y apresurada esquiva los carros y cruza la calle, mientras yo, parapetado tras el cristal, la veo desaparecer.
Entonces me doy cuenta que tengo portunidad para ponerme a pensar en ese hombre, el que se ha quedado solo en aquel lugar, mirandola a ella que se va, se va una vez más, de una forma idéntica , creo que es porque solo hay una forma de decir adios... y de irse, o es que él solo la aprendió de esa manera, ¿Es que siempre tiene forma de huída?
Y asi fue, ella siguió huyendo, o quizas era él el que se seguía quedando en el mismo lugar, no importa... sigo siendo yo el que se ha acostumbrado a olvidar.
La mañana esta por terminar, el viento se entibia, y los ojos y las gargantas salen de aquel mutismo espectral, de aquel sopor de ensueño, y de aquella nostalgia hacia aquel sueño que se ha dejado a la mitad, como el de aquel hombre que esta mañana ha tenido que despertar, para montarse en un mundo por el que, a veces no vale la pena dejar de soñar...

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