viernes, 30 de julio de 2010

Amicitia...


Seré sincero, somos amigos hace tanto tiempo que por lo menos le debo eso. No recuerdo muy bien como nos conocimos, no recuerdo nada de aquel día, ni de las palabras. Tal vez él si, y no me sorprendería en absoluto y es que en el hecho de amistad, él me enseñó muchas cosas, siempre con lo sencillo, sincero, y sentimental de su manera extraña de ser. En su manera obvia y disparatada, y lo suficientemente desfasada como para que podamos entendernos. Dimos vueltas extrañas, lo recuerdo hoy un tanto sorprendido, más por lo que descubrimos de nosotros mismo que por las cosas en si, pues al final de todo ambos emprendíamos que era importante aprender de ti mismo cada día, mucho más de lo que otros siquiera tuvieran el valor de hacerlo. Pero a pesar de todo lo admito, muchas veces él me dio lecciones de amistad, de las que yo después me jacte injustamente.

Creo que siempre lo supo y nunca le importó, es que siempre supo la verdadera importancia de las cosas, lo absoluto de lo relativo, y lo relativo de lo inevitable.
Cambiamos poco estos años, y él lo hizo aún menos, a pesar de que siempre quiso ser un tanto distinto a lo que era , ahora me doy cuenta que eso solo era su forma de preguntarse a si mismo si estaba bien ser tan distinto, y a veces tan idealista, y otras tan simplemente extraño. Al final, creo, supo que no necesitaba una respuesta.
Es un hombre valiente, porque solo un hombre así es capaz de ser consiente del daño que puede causar por el solo hecho de ser como es, y te pregunta por él, y te pide disculpas. Entonces sabes que son sinceras porque vinieron como vienen las cosas que valen la pena, en un día cualquiera, en un momento cualquiera, y, claro, con la sensacion inmortal de la sinceridad.

Su corazón también es extraño, de niño, por eso no me sorprendió que el más cruel de los demonios, el amor, hiciera con él lo que hacen las buenas intenciones con el mundo.

Pero entonces también fue hombre, y sufrió como tal, y maldijo, y renació en una noche inolvidable, a la vez en compañía, a la vez en soledad. Pero hoy es el miso otra vez, supongo, que es parte, también, de ser como es, es decir, es parte de las miles de maneras que tiene de ser, de estar y de desaparecer.

Y así, poco a poco, fuimos formando parte de muchas cosas, de tonterías justificadas, de locuras mortales, y de silencios absolutos, y suficientes. Bueno, como ya dije, del primer día de amigos no recuerdo nada, ( lo reconozco no sin sorprenderme a mi mismo, y si con mucha vergüenza desde algún costado de mi amistad) pero supongo que lo importante es , en realidad, lo que con el pasar del tiempo no necesitaremos siquiera recordar para saber que esta en nosotros.

Es cierto, pasamos tanto tiempo buscando amigos, que, a veces, olvidamos convertirnos en uno, un amigo de pequeñas cosas y grandes historias, de momentos que nos dicen que la inmortalidad se consigue a través de los amigos, y y que los amigos se consigue a cambio de un pedazo de nuestra propia vida.

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