sábado, 5 de junio de 2010

Contradicción... Mujer...


Es cierto, al final ha vuelto una vez más, ella, con una parte de lo que fue. Un pequeño espacio, dentro de un tiempo que ya no lleva su nombre, un pequeño letargo de mi olvido; un recuerdo, tal vez el último; tal vez el único. Y hoy, como en ese momento hay tantas cosas que no se, y que ahora ya no necesito preguntarme; porque se que las respuestas llegan de improviso, exactas y definitivas.

Dijo que se iría, lo recuerdo hoy, un tanto incrédulo de las ironías con las que juega el tiempo. Recuerdo su llanto y su desilusión, recuerdo al final mi soledad, mi tristeza, y el eco de una canción. Que fue al final, quien lo creyera, la que me hizo darme cuenta que todo tiempo pasa, y todos terminamos pasando a través del tiempo también . Pero vuelve una vez más, más devastadora, y flagrante; debo decirlo porque es cierto. Pero esta vez vuelve solo para que yo pueda entender que quizás ella debió irse, y yo debí recordarla en medio del las versiones de mi olvido, para que se quede ella dibujada, para siempre en mi memoria, y para que no pretenda borrarla como hago ahora, cuando ya no ha quedado nada; ni su nombre ni mis ganas.

Tal vez ella debió irse para que se quedara, o para que la borre de a pocos en un olvido natural, natural, irremediable, e inevitable como la muerte. La ironía tiene un sabor férrico. Hoy lo he descubierto, aunque ya no importe, y aunque sea obvio.


Entró, entonces, silenciosa e improvisada, en medio de aquella tarde en la que yo hubiera podido esperar cualquier cosa, menos a ella, montada en aquel sueño liquido, que, sin mediar razón ni intensiones logro dejarme en silencio, jugando con una media sonrisa en los labios; mientras que una sensación marina me hacía despertar del insomnio ciego de mi soledad y darme cuenta que estaba jugando con una contradicción.

Lo sé, siempre fue una contradicción, como lo es ahora su voz en el rincón más sordo y absorto de mi orgullo de viajante.

Fueron contradicciones, entonces, también sus besos, las tardes, y los silencios, interminables como las distancias más intencionadas.

Fue contradicción ese te quiero con olor a olvido, con sensación a vacío, y con sabor a silencio, que como alquitrán en la boca se fue esfumando, y dejando el sentido amargo de un amor que se apaga con el viento… Fue contradicción.


Ha vuelto… desde los tantos escondrijos que dejan siempre el desorden de su incompletud.

Esa tarde volvió, distraída y sin amor, con el recuerdo y la ironía de su historia, entonces yo terminé preguntándome por aquellas cosas que me he cansado de esperar, no, hoy me digo a mi mismo, es mejor mil adioses que una compañía a medias.


Y de nuevo, de pronto, una canción inesperada, y un recuerdo que llega añejo y extraño. Una sonrisa entonces, de esas que dibujan la ironía, y la contradicción de la vida y de los deseos de una persona. Que nos dice que en el pasar del tiempo es donde se forjan los destinos, las razones, y las verdades.

Sus pasos vienen y van, esa tarde lo supe, sin dolor, y sin costumbre. Pero vayan a donde vayan siempre encontraremos otros caminos por donde llegar.


Vuelve una vez más, incompleta y fugaz, silbante, y fría, vuelve para no hacerlo nunca más.

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