domingo, 26 de diciembre de 2010

Nostalgia...

Tal vez no tenga que olvidarte todavía, es cierto que no se dónde estas; ni si aún quisieras verme, es solo que hoy me he dormido con tu nombre en el silencio.

No es abuso de romanticismo, es solo una manera de decir que hoy me he acordado de ti.

Lo admito, no se que espero ya de ti; quizás es solo que no te conocí lo suficiente; es solo que quiero un momento más de ti. Y de la invención de esos momentos extraños; indebidos e inolvidables.

¿Qué espero ya de ti? Quizás espero solamente no olvidarte todavía; lo cierto que aún no justifico los por qué. Así como no justifico tu tiempo ni tu olvido.

¿Cuándo nos perdimos de nosotros? De esas promesas que nadie tuvo el valor de hacer.

Tal vez es solo que no debo olvidarte aún; o es simplemente que no he aprendido a ver como se marchan las gentes que he inventado; por el simple hecho de que todavía no les he inventado un adiós. Una frase final que me haga entender por qué se van… por qué se llevan sus cuerpos y me dejan todo lo demás.

Mientes cuando dices que te vas, una tarde que no recuerdo, no es que te vayas; es que te dejan ir.

Esta noche no es inolvidable, es tal vez porque no hace frío; tal vez por que descubierto que ese adjetivo te lo he puesto a ti desde esta tarde; hasta que descubra de nuevo un día de estos que ya no te importa lo que escribo de ti. Y descubra también un descuido perverso

Debe ser esta noche; que se estanca o soy yo el que te esta escribiendo como un sueño, el de un hombre que al final del día siempre termina creyendo en lo mismo; su libertad, su amor distinto, y en su olvido como su ultimo delirio, el mas sincero; y su ultimo refugio; de polvo y de azar.

Hoy has surgido en mi cama, y en mi silencio, mientras intentaba quedarme dormido con algo de ti, pero a pesar todo no te recuerdo en aquel sueño que tuve aquella tarde, no te recuerdo más.

Entonces todo se desvía a su camino correcto, se esconde en sus distancias, el destino murmura a mi oído, para que tal vez duela menos, si es que tiene que doler, y para que se olvide lo que se deba olvidar. Entonces entiendo que es cierto, da la vuelta el mundo como un reloj de arena, con su remolino, su calma y su leyenda.

Desde lejos reapareces, y me olvidas, y te olvido; pero entonces amanece, y entiendo que no estas en esos sueños, y se que alguna vez volverás, en algún voltear de la conciencia.

No duele que desaparezcas... es solo que quiero tenerte de vuelta...

jueves, 16 de diciembre de 2010

Sueños...

Soy escritor… tengo derecho a querer llamarme de esa manera; es el único derecho que tengo a estas alturas de mi vida, donde aún no me he ganado el derecho a nada; y por que solo de esa manera puedo hacerle justicia a un sueño extraño que consume mi vida de instante en instante. Pero supongo que aún no descubro la forma de permitirle que la consuma toda, no se si sea falta de valor, de esfuerzo; o de simple confusión ajena que no me deja comprender la verdadera razón de hacer lo que hago; me hacen falta tantas cosas todavía.


Quizás un libro equivocado; quizás una falsa conciencia de realidad; quizás… es la primera vez que esa palabra se me hace infinita para tratar de justificar una confusión; un momento en la vida que a mi edad corre el riego de hacerse costumbre.

Una pregunta entonces aparece como un final predecible, lleno de hastío y monotonía: ¿Y al final?...
Lo recuerdo; fueron tantos días con aquella forma de terminar, con la incompletud de una pregunta a destiempo....
Y con la presición de una desilución...

Soy escritor; es lo único real que soy esta noche; no porque no quiera ser otras cosas también; sino porque las ganas solo me alcanzan para serle fiel a estas noches de insomnio ad honoren, en las que solo quiero descubrir quién soy; si lo que quiero o lo que puedo ser, y más todavía a dónde voy; y a donde deba volver a final, a un olvido monótono; o tal vez a algo más. Y porque, aunque yo no lo descubra todavía tal vez mi espíritu es demasiado mezquino para aceptar lo ordinario que puedo dentro de una confusión inesperada; precisamente cuando ya no esperan nada…

Es tarde ya, pero nunca demasiado para escapar de una ironía. La de querer vivir como uno merece; y la de saber discernir, con sinceridad, qué es lo uno merece.
Es extraño, pero los miedos son siempre iguales; y son a la vez tan distintos; formas incomprensibles de no querer detenerse; caprichos de la indecisión, y, al final siempre la ironía de lo inevitable, y de lo innecesario.

Entonces me veo a mí mismo, en una de estas noches idénticas; siempre alrededor de los mismos lugares y las mismas palabras, tal vez por eso, precisamente hoy, me pregunto que viene después; si un delirio de insomnio; o una caída sin retorno.

No es que me queje, es solo una pregunta común en una noche común, una pregunta necesaria, en una noche donde lo imprescindible toma toda extensión de su significado.

No se que esperar mañana, después de todo he descubierto que el olvido a veces se nos hace tanta costumbre que es difícil darse cuenta cuando ya formamos parte de él.
Soy escritor… y cada vez que lo repito se hace la expresión  más ordinaria, melancólica, en su ultima luz se hace también increíble para quien diera todo por poder creérselo.

Esta noche supongo que ya no importa, lo malo es que todo volverá a importar mañana; la pregunta entonces es si vale la pena esperar solo para volverse a preguntar que harás cada tarde para no sentirte olvidado de tantas intensiones y coraje.

Creo que por eso estoy aqui, para darme la razon en una simple afirmacion de realidad en mi fantasia.
La fantasia absoluta de quien conoce demasiado bien la realidad...