Estragos...

Hoy comencé a pesar (sin querer) en aquello que nos dejan aquellas mujeres que entran en nuestra vida... de casualidad: visiones, sensaciones, silencios y a veces ilusiones; y a la vez creo que son sólo ellas las que pueden dejarnos instantes, palabras, deseos. Nos dejan la esencia de su vida. Nos dejan su forma de mirar, su sonrisa, el susurro de su voz en un secreto irrepetible, o al oído en una canción desconocida. Pero supongo que hoy ya nadie se pone a pensar en eso, sino sólo aquellos que utilizamos toda esa marea de... bueno no se muy bien como llamarlo, aunque quizás la palabra precisa sea la que da título a este post... estragos, quizás me guste llamarlo así porque esa palabra siempre me sonó tan indefinida, tan desconocida, estragos. Es tan real la ilusión de lo no vivido que vasta para formarnos un grato recuerdo de un sueño que es, al final, parte de nuestra vida. Los estragos, como yo los llamo, son ilusiones particulares, son, por ello, parte irrenunciable de nosotros.
Pero lo que aún no sé es cuánto de intencional tiene ese acto en ellas, quizás nada, quizás todo, lo único cierto es que no podemos, (ni queremos) ya olvidarlas, algo nos llama hacia ellas, algo nos regresa a ese instante total donde nosotros entendemos, de alguna forma que no sé explicar, que ya nada volverá a ser como antes. Y nos rendimos en silencio, frente a frente con nuestros recuerdos, y sentires y lo transformamos, como artesanos en algo que podamos comprender, aunque muchas veces nos quedemos con la sensación de que es necesario no saberlo todo.

Es difícil olvidar, y creo que es más difícil aun querer hacerlo. .