Un ruido extraño desde el fondo del salón me dice que no estoy solo, y que las sombras largas y obtusas que me acompañaron desde la entrada, y ese silencio prestado que poco a poco se iba haciendo más corpóreo me habían engañado. No tengo miedo, pero mi cuerpo tiembla, y mis manos empiezan a buscar algo a tientas, alguna forma fuera del espesor de viento que se va atracando entre mi piel y el silencio, aunque muy dentro de mí no espere encontrar más que una brisa tenue escapándose ente mis dedos.
De pronto me sorprendo a mí mismo dibujando una acera en mi mente, una acera larga, serpenteante, una acera olvidada en algún lugar; y a la vez, y mientras tanto hay tanta oscuridad en este espacio de la nada que tener los ojos cerrados me da lo mismo y se me hace más natural.
Una mujer entonces va taconeando sobre aquella acera, su compás va con los latidos de mi corazón pero su camino esta lejos de mi destino, entonces se aleja, baila sola, o se contornea en medio de su soledad, jamás como hasta ahora vi tan claramente esa diferencia, y de pronto entiendo que el tiempo se envenena del espacio y de la humanidad.
Este
lugar se parece tanto a una comedia, a una burla de la muerte, a la
agonía del sol, al vacio en la mente de dios; este espacio se parece
tanto al silencio en la boca de un falseador.
Pero a pesar de todo no necesito saber como irme ni por qué he llegado aqui. Solo pienso en esa mujer de la acera azul, y
entonces... pero entonces pienso que escribir sobre el amor en medio de
la oscuridad; es como llorar, una ironía de la impotencia...
Este espacio sigue siendo extraño, la alfombra bajo mis pies cubre cualquier ruido de hacia donde voy, y esta oscuridad me parece simplemente la extensión de mi olvido; del olvido ingrato de la voluntad.
Hoy no puedo preguntarme dónde estas, se supone que no debo hacerlo y no lo haré, se supone que seas tú la que se pregunte por mí en este espacio.
Se supone que los sueños y los miedos se trazan en instantes parecidos de la vida; quizás por eso hoy me pregunto por ti y a la vez te sueño, mientras tú quizás me temas... hasta en ello se parece tanto nuestra contradicción...
De pronto mi prosa se detiene, se estanca en esta oscuridad corpórea, en este silencio de pasos, en esta acera azul... de pronto mi prosa se detiene al borde de las notas apretadas de tu voz... de este sueño temeroso; en el abismo de esta habitación que no me lleva a ninguna parte.
De pronto mi prosa se detiene y entiendo que la vida esta tan llena de esta habitación, de su oscuridad, de su capricho y de esos juegos...
De pronto un deseo desesperado, un silencio diferente, y tus ojos hechos de instantes; de pronto yo en esta habitación oscura, silenciosa, siempre con la mano estirada y fría recomponiendo esos momentos extraños a las afueras de esta ciudad desconocida, recomponiendo aceras azules, recomponiendo el ardor en mi pecho , recomponiendo tu silencio, recomponiendo las estrellas .... reinventando mi soledad....
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