sábado, 30 de abril de 2011

A esa mujer y su destino...

 Esta mañana corre un viento frío, y el cigarrillo se va consumiendo entre mis labios con un sabor extraño mientras en medio del amanecer  me sorprendo a mi mismo mirando hacia una ventana y veo como la ciudad va despertando de un sopor extraño de falsa quietud. Lo admito esa sensación es tranquilizadora, y es tantas veces lo único que voy necesitando, para creer que he aprendido un poco de la vida, y creer que tal vez hoy me sorprenda un poco menos. Pero esta mañana nada es como se supone que es, que debió ser, o como me acostumbre a que sea. Total, la vida es un juego extraño de costumbres que nunca aprendemos a jugar en realidad .

La extraña forma de las cosas, es siempre la extraña forma que tiene la vida de ser, donde lo inesperado es una condición, y donde cada uno debe ir negociando con el destino a cada instante. Cuánto nos cuesta acostumbrarnos a eso.Cuán injusto es que tengamos que hacerlo...

El viento sigue corriendo en la misma dirección, y el humo sin sabor sigue escapando de mi boca a la misma velocidad, pero hoy  todo es distinto, hoy me quedo pensando el alguien sin derecho, sino solo con un deseo extraño y sincero de que haya a prendido a jugar este juego mucho antes que yo y mucho mejor, y la extraño, de nuevo sin derecho quizás, sino simplemente para decirle que todo estará bien, aunque suene cada vez más extraño de creer, aunque un deseo sincero jamas terminará siendo una mentira.

Hoy como tantas veces, otra vez,  me quedo esperando a que el mundo cambie una vez más, y termine siendo el mismo de ayer o el de mañana.
 Hoy el destino a tomado por asalto mi quietud, va amaneciendo, y yo me sigo preguntando por esa mujer... por esa hermosa mujer que hoy parece no estar en ningún lugar.  aunque sepa mejor que nadie que al destino no le interesan los lugares sino los momentos y las personas...

Hoy quiero pensar que su silencio siempre me terminará llevando a un costado de su oído, donde un susurro cubra un poco mi ausencia....

Sigue amaneciendo, y yo sigo en el mismo lugar, como quien espera a que esa llamada en medio de esa noche donde no la vi volver haya sido sido simplemente para saber que ella debe aprender un poco más que el mundo a veces también nos cambia, pero nunca nos olvida...

Me voy quedando en silencio, en medio de este frío que cala entre mis ojos, no es el viento, es la forma  hexagonal de este amanecer donde me voy preguntando por ella a cada instante, y ella sigue al otro lado de mi vida peleando con su destino...para que no le cambie la vida....

viernes, 15 de abril de 2011

Insomne...

Y entonces,de la nada aparece un hombre disfrazado de nocturnidad, bailando las melodías de media noche, y  contando con el sonido de sus pasos los sueños que ha ido dejando la mitad.

Y al otro lado una mujer extraña que baila en los faroles de esas calles infinitas, que este hombre sin nombre  conoce tan bien, con tanta nostalgia, como si las hubiera inventado el mismo mientras caminaba desnudo en su apartamento tan lejos de las luces de esta ciudad donde la noche cae una sola vez y para siempre.

En esta ciudad el mundo nunca termina de girar, en esta ciudad el mundo no ha aprendido a olvidar, y es entonces cuando se entiende como duele la ironía, que cala quebrando los huesos de estos hombres olvidados hasta por el azar.

La mujer de esta noche sigue bailando, esta mujer sorda sigue bailando a la mitad de una calle que nunca la ha escuchado ni por error. baila como si le fueran a quitar los pies y como si en el fondo comprendiera que eso seria lo mejor; tal vez así ya no tendría pretextos para no llorar.

Entonces de nuevo la mujer sorda y el hombre sin nombre se han vuelto a ver y se han parado uno frente a los ojos del otro, y de espaldas a esta calle y a esta ciudad de faroles torcidos hacia el olvido, y se han olvidado también de lo que no tienen, aunque sea por un instante y aunque no se vuelvan a ver tal vez jamas.
Hoy no importan los pretextos para darse un instante en la vida, y quitarle un ultimo suspiro a la muerte.

El hombre sin nombre escucha pero no puede ser llamado, la mujer sorda lo ama, aunque no pueda oír el sonido de su propio corazón desbocado. Y de nuevo la ironía de enamorarse en una calle sin amor...

El hombre, insomne, sin nombre le ha puesto por nombre Soledad esta mujer, a esta calle y a este amor que no pensó sentir al levantarse esa mañana  de hace tanto tiempo, y que sabe que no volverá a sentir ni cuando un día vuelva a  dormir para siempre en esta ciudad donde no ha aprendido amanecer.
 Entonces la mujer sorda rompe un rosario de vidrios y de alambre, y no oye tampoco el sonido de un deicidio... pero comprende  quel el cielo no es de un dios ... es del hombre y de su amor....

lunes, 4 de abril de 2011

Peces rojos dejandose Acariciar...

Una canción empieza a sonar desde alguna parte de una calle desconocida en esta inmensa ciudad cuyo nombre aún no quiero tener que recordar.
Una noche como esta  es un buen momento para pedir un deseo, o para simplemente estar desnudo de mi propia piel, al fin y al cabo las luces de esta ciudad de cartón nunca lograran alcanzarme, no importa para donde quiera mirar, no importa cuan fuerte sea la luz de la noche y cuan tenues sean las sombras de esos postes solitarios que hoy me han traído a casa. No importa si al final parece que tengo la piel transparente, no importa si a donde quiera que vaya mis pasos lo único que han aprendido es a regresar.

Eres tú la que no ha aprendido a detenerse ni a esperar, eres tu la que ve la noche como al mar.
Soy yo el que ve esta ciudad como una repisa de cristal. Creo que es por eso que ninguno de los dos sabe dónde el otro está. Siempre al final solo somos peces rojos dejandose acariciar... la utopía de un hombre y una mujer que aprendieron a jugar... y que hoy se les ha olvidado olvidar.
  Es cierto, a  veces simplemente todo esta mal... inclusive en una noche tan quieta como esta en la que parece que nada saldrá de su lugar, a veces el único error es la quietud de la omisión, la negación del destino, y tal vez el simple desatino de las horas tan llenas de amor...

  No hay nadie en esta esquina de la ciudad,  lo se porque tus pequeños tacones plateados han dejado de sonar, y porque mis simples zapatos negros no tienen a donde ir.
Entonces entiendo que ya no hay media mitad, ni rezagos de esa esquina, y hoy importa menos esta ciudad.

Esta noche es un buen momento para pedir un deseo, un deseo de olvido, o para simplemente estar desnudo de mí, otra vez. sin tocarte, sin contarte como en una noche tan quieta como esta también las cosas pueden salir tan increíblemente mal....
 Y terminar como simples peces de arena en el mar...